El artículo de Antonio García Santesmases, publicado en "El Mundo" del 25 de mayo próximo pasado, titulado "La emergencia de una nueva izquierda", me ha parecido, como todos los suyos, extremadamente lúcido. Santesmases, que firma su artículo como catedrático de Filosofía Política de la UNED y no como militante del PSOE, analiza la debacle electoral de este partido, sus causas y sus probables consecuencias con notable distanciamiento y objetividad. Yerra, a mi modo de ver, al atribuir al PSOE, en el próximo futuro, el mismo papel desempeñando hasta ahora por la socialdemocracia europea: garantizar la paz y cohesión sociales al mismo tiempo que los intereses de los poderes económicos a los que se subordina
Si algo han demostrado las últimas elecciones y los movimientos de protesta del Movimiento 15-M es el agotamiento de las fórmulas habituales de la socialdemocracia. Santesmases lo entiende así, aunque no lo proclame, cuando afirma que estamos ante un movimiento que incita a la rebelión cívica frente a los poderes económicos y financieros que imponen la restricción de los derechos sociales, la pérdida de garantías sociales y, añadiría yo, la supremacía de su insaciable codicia. Una rebelión que, como el propio articulista, señala tiene por protagonistas a jóvenes y adultos que, hasta hace poco, constituían la base social del PSOE, una base social que sólo puede calificarse clara y rotundamente de izquierdas.
Lo que llama la atención de este análisis resulta, sin embargo, el hecho de que Santesmases no contemple en ningún momento la posibilidad de un cambio de política por parte del PSOE, dibujando un escenario para los próximos 10 ó 15 años en los que una derecha hegemónica y unida en torno a sus objetivos socio-económicos habría de imponerse a una izquierda minoritaria y desunida, la socialdemocracia debilitada (PSOE) y la nueva izquierda que habría surgido de los actuales movimientos de protesta. En definitiva que, al final, no sabemos si el socialista Santesmases, que comprende esta "rebelión cívica" es el mismo que, revestido de su condición de catedrático, nos previene de modo sutil sobre la conveniencia de dejar las cosas como están, porque, como decía San Ignacio, "en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas". Es decir, viene a hacer un llamamiento subliminal a la resignación y, de paso, a poner de manifiesto la poca voluntad de cambio que alienta en el PSOE hoy por hoy.
Son muchos los españoles de todas las edades los que no están, sin embargo, dispuestos a resignarse y a perder su mayor patrimonio: la esperanza de un mundo mejor, más justo e igualitario. El PSOE debería reflexionar sobre todo ello y rectificar. No es la izquierda quien ha abandonado al PSOE. Es el PSOE quien, en contra de sus orígenes y su historia, ha abandonado a la izquierda. ¿Es mucho pedir a sus dirigentes actuales que recuperen sus señas de identidad?.
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