viernes, 6 de mayo de 2011

La muerte a tiros de Bin Laden.

Mucho se ha especulado ya sobre la muerte a tiros de Bin Laden el pasado lunes en una pequeña ciudad de Pakistán a manos de la CIA, pero todavía hoy, al cabo de una semana de la "acción", carecemos por completo de información fiable, independiente y contrastada sobre el hecho. Ello resulta, por otra parte, natural, porque la única fuente de información que poseemos es la de la propia CIA, esto es, la de los ejecutores de la muerte de Bin Laden. Los portavoces de la Casablanca tampoco han contribuido con sus declaraciones, siempre difusas y contradictorias a aclarar las circunstancias de la operación y ni siquiera ha sido considerado necesario elaborar un "relato oficial", coherente y ajustado, de su acción, seguramente porque se contaba de antemano con la aprobación de la mayoría de la población estadounidense, deseosa de venganza, y con el "placet" de Obama, muy necesitado de una inicativa espectacular, al estilo de Hollywood, para recuperar su popularidad. Por lo que se refiere a la opinión internacional, como hemos visto por los elogios y felicitaciones de los jefes de gobierno europeos a Obama por "la eliminación de un terrorista", ya sabemos que cuenta poco en los Estados Unidos.

Con los datos que poseemos y los antecedentes de la CIA, algo queda meridianamente claro: nos encontramos ante un nuevo "crimen de Estado", que, como todos los crímenes de estado, no se explica solamente por el deseo de venganza, sino plausiblemente por el objetivo de diseñar nuevos escenarios estratégicos. Bin Laden era una figura amortizada, que poco provecho político podía ofrecer en las actuales circunstancias: revueltas de jóvenes musulmanes en diversos países, riesgo de derrota en Afganistán, situación económica en los EEUU., fragilidad de la figura de Obama. La muerte de Bin Laden llega clara y oportunamente en el inicio de un proceso de cambio estratégico, en el que la llamada "guerra contra el terror" ha agotado sus posibilidades de explotación política global. Es de temer que esta nueva orientación estratégica global esté concebida con el propósito de reforzar las posiciones más reaccionarias dentro y fuera de los EEUU.

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