El resultado de los referendos sobre impunidad política para el primer ministro, privatización y gestión lucrativa del agua y uso de la energía nuclear, celebrados en Italia el domingo y lunes pasados, se han saldado con un rotundo no. Veintiséis millones de italianos (casi un 96% global de los votantes, cuyo porcentaje ha superado el 57% del censo electoral) se han sumado al no. Un éxito popular histórico que tendrá consecuencias insospechadas y ha de producir a corto y medio plazo profundos cambios sociales y políticos en Italia y, probablemente, en Europa.
Por lo pronto el no del pueblo italiano ha servido para remover la ciénaga en que se había convertido la política italiana bajo el "reinado" de Berlusconi. En mi opinión, uno de sus primeros y más notables efectos ha sido el de poner en evidencia al conjunto de la clase política italiana. En primer lugar a Berlusconi y su partido "ad hoc", que, con todo su poder mediático, había fomentado cínicamente la abstención y, en su consecuencia, el fracaso de los referendos por falta de "quorum", pero también a sus socios de la Liga Norte y, lamentablemente, al propio PD, que, aunque ha apoyado decididamente el no ,ha practicado durante demasiados años una política de acomodamiento al "berlusconismo", como si éste fuera una fatalidad insuperable, y ahora, como el PSOE en España, acomodado también a los mandatos de los llamados mercados, se ha visto superado y sustituido, por una ciudadanía indignada, que no está dispuesta a resignarse. Que tomen buena nota.
El fenómeno con todo era previsible tanto en Italia como en España. Los partidos políticos se muestran aquí y allá desde hace muchos años incapaces, deshonestos o faltos de coraje, no representan las aspiraciones de sus votantes, sino los intereses de los grupos de presión financieros y el ejercicio de la democracia se ha convertido en un ritual laico, completamente alejado del "pueblo soberano", al que se adula puntualmente de manera retórica, pero al que se ningunea y no se le escucha nunca. No es de extrañar que la ciudadanía, ante el vacío dejado por los partidos políticos, haya decidido ejercer directamente sus derechos políticos y sociales.
En Italia y España, la ciudadanía reclama un nuevo protagonismo. El no de los referendos en el país alpino y el Movimiento 15M vienen a demostrar que "otra política es posible". Todo un logro por el que nos felicitamos y que, en buena medida, se debe al esfuerzo, la ilusión y la determinación de una nueva generación de jóvenes, que, con la ayuda de las redes sociales, han movido la adormecida conciencia de la ciudadanía de ambos países. Ahora es necesario que el PD en Italia y el PSOE en España abandonen sus prolongadas posiciones de colaboración explícita o implícita con los objetivos del "desalmado capital", en palabras de Santos Juliá, y escuchen la voz del pueblo, porque el pueblo, para alcanzar sus fines: justicia, igualdad, libertad y bienestar, necesita políticos democráticos, honestos, capaces y representativos, y estos, a su vez, necesitan del pueblo para cumplir con su papel, servirle lealmente, porque, como hemos oído gritar recientemente, en las asambleas del Movimiento M15, refiriéndose a los políticos, "sin nosotros no sois nada".
Jubilatas a babor
martes, 14 de junio de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
La "nueva izquierda" y el PSOE
El artículo de Antonio García Santesmases, publicado en "El Mundo" del 25 de mayo próximo pasado, titulado "La emergencia de una nueva izquierda", me ha parecido, como todos los suyos, extremadamente lúcido. Santesmases, que firma su artículo como catedrático de Filosofía Política de la UNED y no como militante del PSOE, analiza la debacle electoral de este partido, sus causas y sus probables consecuencias con notable distanciamiento y objetividad. Yerra, a mi modo de ver, al atribuir al PSOE, en el próximo futuro, el mismo papel desempeñando hasta ahora por la socialdemocracia europea: garantizar la paz y cohesión sociales al mismo tiempo que los intereses de los poderes económicos a los que se subordina
Si algo han demostrado las últimas elecciones y los movimientos de protesta del Movimiento 15-M es el agotamiento de las fórmulas habituales de la socialdemocracia. Santesmases lo entiende así, aunque no lo proclame, cuando afirma que estamos ante un movimiento que incita a la rebelión cívica frente a los poderes económicos y financieros que imponen la restricción de los derechos sociales, la pérdida de garantías sociales y, añadiría yo, la supremacía de su insaciable codicia. Una rebelión que, como el propio articulista, señala tiene por protagonistas a jóvenes y adultos que, hasta hace poco, constituían la base social del PSOE, una base social que sólo puede calificarse clara y rotundamente de izquierdas.
Lo que llama la atención de este análisis resulta, sin embargo, el hecho de que Santesmases no contemple en ningún momento la posibilidad de un cambio de política por parte del PSOE, dibujando un escenario para los próximos 10 ó 15 años en los que una derecha hegemónica y unida en torno a sus objetivos socio-económicos habría de imponerse a una izquierda minoritaria y desunida, la socialdemocracia debilitada (PSOE) y la nueva izquierda que habría surgido de los actuales movimientos de protesta. En definitiva que, al final, no sabemos si el socialista Santesmases, que comprende esta "rebelión cívica" es el mismo que, revestido de su condición de catedrático, nos previene de modo sutil sobre la conveniencia de dejar las cosas como están, porque, como decía San Ignacio, "en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas". Es decir, viene a hacer un llamamiento subliminal a la resignación y, de paso, a poner de manifiesto la poca voluntad de cambio que alienta en el PSOE hoy por hoy.
Son muchos los españoles de todas las edades los que no están, sin embargo, dispuestos a resignarse y a perder su mayor patrimonio: la esperanza de un mundo mejor, más justo e igualitario. El PSOE debería reflexionar sobre todo ello y rectificar. No es la izquierda quien ha abandonado al PSOE. Es el PSOE quien, en contra de sus orígenes y su historia, ha abandonado a la izquierda. ¿Es mucho pedir a sus dirigentes actuales que recuperen sus señas de identidad?.
Si algo han demostrado las últimas elecciones y los movimientos de protesta del Movimiento 15-M es el agotamiento de las fórmulas habituales de la socialdemocracia. Santesmases lo entiende así, aunque no lo proclame, cuando afirma que estamos ante un movimiento que incita a la rebelión cívica frente a los poderes económicos y financieros que imponen la restricción de los derechos sociales, la pérdida de garantías sociales y, añadiría yo, la supremacía de su insaciable codicia. Una rebelión que, como el propio articulista, señala tiene por protagonistas a jóvenes y adultos que, hasta hace poco, constituían la base social del PSOE, una base social que sólo puede calificarse clara y rotundamente de izquierdas.
Lo que llama la atención de este análisis resulta, sin embargo, el hecho de que Santesmases no contemple en ningún momento la posibilidad de un cambio de política por parte del PSOE, dibujando un escenario para los próximos 10 ó 15 años en los que una derecha hegemónica y unida en torno a sus objetivos socio-económicos habría de imponerse a una izquierda minoritaria y desunida, la socialdemocracia debilitada (PSOE) y la nueva izquierda que habría surgido de los actuales movimientos de protesta. En definitiva que, al final, no sabemos si el socialista Santesmases, que comprende esta "rebelión cívica" es el mismo que, revestido de su condición de catedrático, nos previene de modo sutil sobre la conveniencia de dejar las cosas como están, porque, como decía San Ignacio, "en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas". Es decir, viene a hacer un llamamiento subliminal a la resignación y, de paso, a poner de manifiesto la poca voluntad de cambio que alienta en el PSOE hoy por hoy.
Son muchos los españoles de todas las edades los que no están, sin embargo, dispuestos a resignarse y a perder su mayor patrimonio: la esperanza de un mundo mejor, más justo e igualitario. El PSOE debería reflexionar sobre todo ello y rectificar. No es la izquierda quien ha abandonado al PSOE. Es el PSOE quien, en contra de sus orígenes y su historia, ha abandonado a la izquierda. ¿Es mucho pedir a sus dirigentes actuales que recuperen sus señas de identidad?.
jueves, 26 de mayo de 2011
El PSOE se mueve, pero ¿en qué dirección?
La retirada de la candidatura de Carme Chacón de las elecciones primarias anunciadas por el PSOE para elegir el candidato o candidata presidenciales a las próximas elecciones generales, ha constiuido, según la propia ministra, una iniciativa individual, sin otra motivación que la de proteger la unidad y la estabilidad del partido. No hay por qué dudar de la motivación de la ministra de Defensa a la hora de tomar esta decisión, pero seríamos unos ingenuos si pensaramos que esta decisión se funda exclusivamente en ese plausible objetivo y no tiene que ver asimismo con su propio papel como miembro del Gabinete y, fundamentalmente, con su lealtad al presidente Zapatero, al que ha secundado y secunda en su obstinada idea mesiánica de que el país lo necesita para ser salvado de la ignorancia de sus propios ciudadanos.
Tras el desastre electoral del pasado 22 de mayo, ni el Gobierno en su conjunto ni su Presidente en particular, han manifestado interés alguno por asumir la lógica responsabilidad política de tan irrefutable derrota. Ninguno de los miembros del Gabinete, incluidos Carme Chacón y el propio Zapatero, han manifestado interés por analizar las causas de su descalabro electoral y han omitido la menor autocrítica sobre su actuación. Sólo hemos oído a Zapatero decir que los resultados cosechados son fruto de la crisis, ignorando, o pretendiendo ignorar, la indignación de trabajadores, pensionistas, estudiantes o parados, esto es, de la base social de la izquierda que sustenta al PSOE, y a la cual, desde hace un año, se ningunea y maltrata sin la menor consideración ni explicación.
Tras el desastre electoral del pasado 22 de mayo, ni el Gobierno en su conjunto ni su Presidente en particular, han manifestado interés alguno por asumir la lógica responsabilidad política de tan irrefutable derrota. Ninguno de los miembros del Gabinete, incluidos Carme Chacón y el propio Zapatero, han manifestado interés por analizar las causas de su descalabro electoral y han omitido la menor autocrítica sobre su actuación. Sólo hemos oído a Zapatero decir que los resultados cosechados son fruto de la crisis, ignorando, o pretendiendo ignorar, la indignación de trabajadores, pensionistas, estudiantes o parados, esto es, de la base social de la izquierda que sustenta al PSOE, y a la cual, desde hace un año, se ningunea y maltrata sin la menor consideración ni explicación.
Es verdad que el PSOE necesita unidad y estabilidad, pero para ello no basta con eludir la confrontación en el seno del partido, en un ejercicio de autismo político suicida. Antes al contrario, para salir de la postración en que se encuentran el PSOE y sus votantes y afrontar las próximas elecciones generales en mejores condiciones, hace falta un cambio de rumbo y de líderes, y hace falta asimismo claridad ideológica y programática. Es imprescindible que el PSOE, que en modo alguno es patrimonio de sus actuales dirigentes, se enfrente a los hechos con decisión, asuma su errores y se aclare ante sí y ante la sociedad española. En otras palabras, necesita convocar urgentemente un Congreso Extraordinario. Insistir en mantener la misma política y los mismos hombres y mujeres que han llevado al Gobierno y al partido al fracaso es apostar por un nuevo fracaso, que, con la dinámica actual, puede acabar no sólo con nuestro endeble estado del bienestar, sino con el mismísimo Estado en manos del sistema financiero internacional.
Para la izquierda en general y sus votantes es el momento de la regeneración, el momento de mostrar el coraje político y personal de dirigentes, afiliados y votantes del PSOE para salvarlo de sus propios tentaciones neoliberales. Así sea.
viernes, 6 de mayo de 2011
La muerte a tiros de Bin Laden.
Mucho se ha especulado ya sobre la muerte a tiros de Bin Laden el pasado lunes en una pequeña ciudad de Pakistán a manos de la CIA, pero todavía hoy, al cabo de una semana de la "acción", carecemos por completo de información fiable, independiente y contrastada sobre el hecho. Ello resulta, por otra parte, natural, porque la única fuente de información que poseemos es la de la propia CIA, esto es, la de los ejecutores de la muerte de Bin Laden. Los portavoces de la Casablanca tampoco han contribuido con sus declaraciones, siempre difusas y contradictorias a aclarar las circunstancias de la operación y ni siquiera ha sido considerado necesario elaborar un "relato oficial", coherente y ajustado, de su acción, seguramente porque se contaba de antemano con la aprobación de la mayoría de la población estadounidense, deseosa de venganza, y con el "placet" de Obama, muy necesitado de una inicativa espectacular, al estilo de Hollywood, para recuperar su popularidad. Por lo que se refiere a la opinión internacional, como hemos visto por los elogios y felicitaciones de los jefes de gobierno europeos a Obama por "la eliminación de un terrorista", ya sabemos que cuenta poco en los Estados Unidos.
Con los datos que poseemos y los antecedentes de la CIA, algo queda meridianamente claro: nos encontramos ante un nuevo "crimen de Estado", que, como todos los crímenes de estado, no se explica solamente por el deseo de venganza, sino plausiblemente por el objetivo de diseñar nuevos escenarios estratégicos. Bin Laden era una figura amortizada, que poco provecho político podía ofrecer en las actuales circunstancias: revueltas de jóvenes musulmanes en diversos países, riesgo de derrota en Afganistán, situación económica en los EEUU., fragilidad de la figura de Obama. La muerte de Bin Laden llega clara y oportunamente en el inicio de un proceso de cambio estratégico, en el que la llamada "guerra contra el terror" ha agotado sus posibilidades de explotación política global. Es de temer que esta nueva orientación estratégica global esté concebida con el propósito de reforzar las posiciones más reaccionarias dentro y fuera de los EEUU.
Con los datos que poseemos y los antecedentes de la CIA, algo queda meridianamente claro: nos encontramos ante un nuevo "crimen de Estado", que, como todos los crímenes de estado, no se explica solamente por el deseo de venganza, sino plausiblemente por el objetivo de diseñar nuevos escenarios estratégicos. Bin Laden era una figura amortizada, que poco provecho político podía ofrecer en las actuales circunstancias: revueltas de jóvenes musulmanes en diversos países, riesgo de derrota en Afganistán, situación económica en los EEUU., fragilidad de la figura de Obama. La muerte de Bin Laden llega clara y oportunamente en el inicio de un proceso de cambio estratégico, en el que la llamada "guerra contra el terror" ha agotado sus posibilidades de explotación política global. Es de temer que esta nueva orientación estratégica global esté concebida con el propósito de reforzar las posiciones más reaccionarias dentro y fuera de los EEUU.
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